Te he escogido en horno de aflicción

03 de marzo 

CONSUÉLATE, probado creyente, con este pensamiento. Dios dice: «Te he escogido en horno de aflicción.»

¿No cae esta palabra como una suave lluvia, apaciguando la furiosa llama? Sí, ¿no es una coraza protectora contra la que el calor no tiene poder?

Que venga la aflicción: Dios me ha escogido. Oh pobreza, puedes golpear a mi puerta, pero Dios ya está dentro de mi casa, y me ha escogido. Oh enfermedad, puedes entrar, pero ya tengo el bálsamo listo: Dios me ha escogido. Cualquier cosa que me acontezca en este valle de lágrimas, yo sé que Él me ha «escogido».

Amigo creyente, si buscas aun mayor consuelo, recuerda que el Hijo del Hombre está junto a ti en el horno.

En tu silenciosa cámara, allí está sentado a tu lado Uno a quien no has visto, pero a quien amas. Y muchas veces, cuando no lo sabes, Él te consuela en tu tristeza y alisa tu lecho de aflicción.

Tú te hallas en pobreza, pero el Señor de vida y de gloria es en tu agradable hogar un frecuente Visitante. A Él le agrada entrar a esos lugares desolados para visitarte. Tu Amigo se apega estrechamente a ti. No puedes verle, es cierto, pero puedes sentir el apretón de Sus manos.

¿No oyes Su voz? Aun en el valle de la sombra de la muerte, Él te dice: «No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios.» Recuerda aquella noble palabra de César: «No temáis, pues lleváis a César y toda su fortuna.» No temas, cristiano: Jesús está contigo.

En todas tus ardientes pruebas, Su presencia es tu consuelo y tu seguridad. Él nunca dejará a aquellos a quienes Él ha escogido para ser Suyos. «No temas, porque Yo estoy contigo,» es Su palabra de promesa segura a Sus elegidos, a los que ha «escogido en horno de aflicción.» ¿No vas, pues, a sujetarte fuerte de Cristo, y decir estas palabras?

A través de las inundaciones y las llamas,
Si Jesús me guía,
Confiado adonde quiera que Él vaya,
Habré de ir.

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