Avivamiento!

James Burns, en 1909, escribió en su libro Reviváis, 
Their Laws and Leaders:
 “Para la iglesia un avivamiento significa humillación, un amargo conocimiento de indignidad, y una abierta y humillante confesión de pecado por parte de sus ministros y feligreses. No es la experiencia fácil y esplendorosa con la que muchos se identifican, imaginándose que con ella llenan las bancas y le devuelven a la iglesia el poder y la autoridad.
 Quema con fuego antes de sanar; condena a los ministros y a los feligreses por su falta de testimonio, por su vida de egoísmo, por su negligencia para cargar la cruz, y los llama a una renuncia diaria, a la pobreza evangélica, y a una consagración diaria y profunda.

“Por esta razón —continúa Burns—, el avivamiento no 
tiene popularidad entre muchos feligreses. Porque no les dice nada acerca del poder que han aprendido a codiciar, ni de lo fácil, ni del éxito; más bien los acusa de pecado, les dice que están muertos, les llama a que despierten, a renunciar al mundo, y a seguir a Cristo”.

Extracto del libro. Urgente, ¡ Necesitamos  avivamiento ! De William Fisher. 

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